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Frases de Ciudades de papel

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Dejando atrás las enfermedades y el romanticismo convencional pero singular, de Bajo la misma estrella, entraremos en un mundo pequeño de investigación con Ciudades de papel con la historia de Quentin y Margo.

Una novela cargada de semtimientos, donde veremos las idas y venidas de un grupo adolescente siendo testigos del humor, obsesión y amor. Sabemos que John Green tiene grandes palabras con las que deleitarnos, esta vez no hace exepción de su destreza para la reflexión, humor y un poco de amor. Es así que ahora vamos a mostrarte algunas frases de ciudades de papel.

Reseña

Le gustaban tanto los misterios que, un día, ella se convitió en uno.

— ¿Sabías que, durante casi toda la historia de la especie humana, el promedio de vida ha sido inferior a treinta años? Disponían de unos diez años de vida adulta, ¿no? No planificaban su jubilación. No planificaban su carrera profesional. No planificaban nada. No tenían tiempo para hacer planes. No tenían tiempo para pensar en el futuro. Pero luego las expectativas de vida empezaron a aumentar y la gente empezó a tener cada vez más futuro, así que pasaba más tiempo pensando en él. En el futuro. Y ahora la vida se ha convertido en el futuro. Vives cada instante de tu vida por el futuro...

—Siempre me ha parecido ridículo que la gente quiera estar con alguien solo porque es guapo. Es como elegir los cereales del desayuno por el color, no por el sabor.

—Es más impresionante —dije en voz alta—. Desde la distancia, quiero decir. No se ve el desgaste de las cosas, ¿sabes? No se ve el óxido, las malas hierbas y la pintura cayéndose. Ves los sitios como alguien los imaginó alguna vez.
 —Todo es más feo de cerca —explicó Margo.
—Tú no —le contesté sin pensármelo dos veces.

—Te cuento lo que no me gusta: desde aquí no se ve el óxido, la pintura cayéndose y todo eso, pero ves lo que es realmente. Ves lo falso que es todo. Ni siquiera es duro como el plástico. Es una ciudad de papel. 

Era un hilo débil, por supuesto, pero era el único que me quedaba, y toda chica de papel necesita al menos un hilo, ¿no? 

El placer era observar nuestros hilos cruzándose, separándose y volviéndose a juntar. 

Es la más baja de todas las emociones posibles, sientes que estaba con nosotros antes de que existieras, antes de que existiera este edificio, antes de que existiera la Tierra. Es el miedo que hizo que los peces salieran del agua y desarrollaran pulmones, el miedo que nos enseña a correr, el miedo que hace que enterremos a nuestros muertos. 

Creo que la razón por la cual pasé toda mi vida teniendo miedo es porque he estado tratando de prepararme a mi mismo, preparando mi cuerpo, para el verdadero miedo. 

Mear es como un buen libro: cuando empiezas, es muy muy difícil parar. 

Bueno, en algún momento dejarás de mirar el cielo, o uno de estos días mirarás hacia abajo y verás que también tú has salido volando. 

Me tumbé un rato con la manta que olía a ella y miré el techo. Por un agujero veía un trocito del cielo de la tarde, como un lienzo dentado pintado de azul. Era el sitio perfecto para dormir. Podían verse las estrellas por la noche sin mojarte si llovía. 

Los seres humanos carecemos de buenos espejos. Es muy difícil para cualquiera mostrarnos cómo se nos ve, y para nosotros mostrar a cualquiera cómo nos sentimos. 

Pero, ¿no es eso también, en algun nivel fundamental, lo que nos dificulta entender que las demás personas son seres humanos de la misma manera en que lo somos nosotros? los idealizamos como dioses o los destinamos como animales.
La hierba es una metáfora de la vida, y de la muerte, y de la igualdad, y de que estamos conectados, y de los niños, y de Dios, y de la esperanza. 

Imaginar no es perfecto. No puedes meterte dentro de una persona. Nunca podría haber imaginado la ira de Margo por haber sido encontrada, o la historia sobre la que está escribiendo. Pero imaginar ser alguien más, o que el mundo sea algo más, es la única forma de entrar. Es la maquina mata fascista. 

Marcharse es muy duro... hasta que te marchas. Entonces es lo más sencillo del mundo. 

Resulta sencillo olvidar lo lleno de personas que está el mundo, abarrotado, y cada una de ellas es susceptible de ser imaginada y, por lo tanto, de imaginarla mal. 

Podemos oír a los demás, y podemos viajar hasta ellos sin movernos, y podemos imaginarlos, y todos estamos conectados por un loco sistema de raíces, como hojas de hierba, pero el juego hace que me pregunte si en realidad podemos convertirnos totalmente en otro. 

Para mí habías sido un chico de papel todos estos años... Dos dimensiones como personaje en el papel y otras dos dimensiones diferentes, pero también planas, como persona. Pero aquella noche resultó que eras real. 

Ese algo más profundo y más secreto. Son como grietas dentro de ti. Como líneas defectuosas en las que las cosas no encajan bien. 

Un punto en el mapa se convirtió en un lugar real, más real de lo que las personas que crearon ese punto habrían imaginado. Pensé que quizá aquí la silueta de papel de una chica podría empezar a convertirse en real. 

Cuando me despierto, la mortecina luz del día hace que parezca que todo es importante, desde el cielo amarillento hasta los tallos de hierba por encima de mi cabeza, que oscilan a cámara lenta como una reina de la belleza. 

—Las cosas nunca suceden como imaginas —me dice. El cielo es como un cuadro monocromático contemporáneo, su ilusión de profundidad me atrae y me eleva.
—Sí, es verdad —le digo. Pero lo pienso un segundo y añado—: Pero también es verdad que si no imaginas, nunca pasa nada. 

Siento sus manos en mi espalda. Y aunque está oscuro, no cierro los ojos mientras la beso, y Margo tampoco. Está tan cerca de mí que puedo verla, porque incluso ahora aparece el signo externo de la luz invisible, incluso por la noche en este aparcamiento a las afueras de Agloe. Después de besarnos nos miramos tan de cerca que nuestras frentes se tocan. Sí, la veo casi a la perfección en esta agrietada oscuridad. 

Pero hay mil maneras de verlo. Quizá los hilos se rompen, o quizá nuestros barcos se hunden, o quizá somos hierba y nuestras raíces son tan interdependientes que nadie está muerto mientras quede alguien vivo. Lo que quiero decir es que no nos faltan las metáforas. Pero debes tener cuidado con la metáfora que eliges, porque es importante. Si eliges los hilos, estás imaginándote un mundo en el que puedes romperte irreparablemente. Si eliges la hierba, estás diciendo que todos estamos infinitamente interconectados, que podemos utilizar ese sistema de raíces no solo para entendernos unos a otros, sino para convertirnos los unos en los otros. Las metáforas implican cosas. ¿Entiendes lo que te digo?

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