Todos los solteros merecemos un aplauso. ¿Por qué? Seguramente te estarás preguntando. Pues a diferencia de las parejitas, que ni siquiera lo habrán notado, – más allá de esas flores, globos, velas, cenas románticas y el nacimiento de los nuevos amores – estamos los solteros, detrás de esa guerra de cursilería, muestras de afecto público y los globos en forma de corazón.
Además, tenemos que soportar cada 14 de febrero para que el mundo confabule en nuestra contra. El fantasma de los mejores recuerdos aparece diciendo "presente" y nos vemos obligados a optar por tres opciones:
- Suspirar por los rincones dando lástima.
- Agarrar una botella y… ya saben lo que sigue.
- Quedarse en cama viendo netflix...
No escogí ninguna, pero estoy segura de que muchos sí. Pero, siendo sincera esta fecha siempre me hace pensar sobre mi idea del amor. ¿De verdad es para siempre? ¿Tenemos una media naranja? ¿y qué pasa si soy la excepción? Tras una mínima reflexión, el historial entre “te quiero” y “ojala que te mueras” no sé la respuesta. Mejor ni pensar mucho porque luego entra la migraña.
Debo dejar en claro, que no odio el amor y dudo mucho que alguien lo haga. No odio a los hombres, pero sí los considero como mis profesores, siendo yo su peor alumna. No sé si algún día me enamoraré de otra cara y otro nombre.
Le tengo miedo al amor, como muchas otras cosas, y en ocasiones cuando me convenzo que no existe, solo tengo que ver a mi hermana para saber que estoy equivocada. Este pequeño espacio es para ella, aunque no lo sepa, y también para aquellos que sin importar las veces que el 14 los agarra mal parados, sin importar las veces en que se han sentido invisibles, solos y sus frecuentes fracasos y su espera de que nada llega; siguen llevando la bandera del amor. Ella es muy valiente, al igual que muchas otras, esas que a pesar de las circunstancias saben valorar a la persona que tienen al lado.
